TE TOCA SENTIR

 Te toca sentir: Te toca PEÑARANDA DE DUERO




La villa de Peñaranda de Duero presenta un casco medieval de planta alargada, en la que se distribuyen mezclados los edificios religiosos y señoriales con el resto del caserío. 


Asentado directamente sobre la roca y dominando el espacio circundante, se halla el castillo de Peñaranda, nacido con fines defensivos en los siglos altomedievales, aunque los restos actuales haya que datarlos en el siglo XV. Asimismo, existió una muralla que rodeaba casi todo el caserío actual. La parte más antigua iba desde el palacio de los condes hasta el Este del pueblo, y desde aquí enlazaba con el castillo. Cuando se construyó el palacio, se completó el trazado hasta unirse con el otro extremo de la fortaleza. En la actualidad ,queda un buen paramento que bordea la carretera y dos de las tres puertas de acceso a la villa, el “Arco de las Monjas”, y la que da entrada a la Plaza Mayor. 

Las viviendas populares, unas de las más bellas y conocidas de La Ribera, están construidas con adobe y entramado de madera, de poca profundidad y dos plantas, más un sobrado abuhardillado. La planta baja se destinaba a lagar y otros menesteres, mientras que la superior albergaba la cocina y los dormitorios. También contaba con sótano para acceder a las bodegas subterráneas que se distribuyen por todo el espacio urbano. En la fachada principal era muy común la existencia de balcones de madera, algunos de gran tamaño, a modo de solanas.
         
Nada más atravesar una de las puertas de la muralla, sobresale por su belleza la Plaza Mayor, obra del siglo XVI, con casas con soportales. En uno de sus extremos sigue manando agua de una antiquísima fuente ya existente en la decimosexta centuria y reparada por Alonso Gil en 1663. En este singular espacio se reúnen los principales atractivos de la villa: la esbelta Colegiata de Santa Ana, el palacio de los Condes de Miranda, también llamado Palacio de Avellaneda, y el hermoso rollo de justicia.
         
Presidiendo la plaza se alza majestuosa la fachada principal de la que fuera Colegiata Abacial de Santa Ana gracias a la Bula Pontifica concedida por Paulo V en 1605.


La otra gran joya arquitectónica la constituye el Palacio de Avellaneda, encargada por Don Francisco de Zúñiga y Avellaneda, tercer Conde de Miranda, a comienzos del siglo XVI, considerada
como una de las mejores obras renacentistas de la comarca. Tampoco podemos olvidar el rollo gótico trasladado a este lugar en 1959, símbolo de justicia, que destaca por tener una esbeltez y elegancia extraordinarias.
        

Además de las grandes obras congregadas en la Plaza Mayor de Peñaranda, merecen ser mencionados otros edificios religiosos importantes situados en las afueras. Entre ellos se encuentra el convento de las Madres Franciscanas Concepcionistas, fundado por los Condes de Miranda en 1558, con un destacado techo artesonado de estilo mudéjar. Estos ilustres personajes también contribuyeron a la construcción del Hospital de la Piedad, con el fin de asistir a los enfermos, pobres y desvalidos del pueblo y de la comarca. Asimismo, en el siglo XVI fue fundado el Convento del Carmen por don Juan de Zúñiga y Avellaneda, típico edificio carmelitano en cuya fachada aparece la imagen del Santo patrono flanqueada por monumentales columnas y dos grandes escudos de los fundadores. En su interior se custodian interesantes retablos y pinturas del siglo XVII. En Peñaranda se encuentra además la farmacia más antigua de España todavía en funcionamiento, fundada por Lucas Ximeno en el siglo XVIII, y una herrería del siglo XIX en cuya fragua se forjaba el hierro siguiendo la tradición castellana.








Pero además, puedes sentir a Peñaranda de Duero en otros lugares, como el Museo de Burgos, antiguo Museo Arqueológico.

En ese lugar, puedes disfrutar de la presencia de una Estela Hispanorromana que formó parte del paisaje peñarandino al estar incrustada en una de las casas de la calle real.

Os remitimos al artículo escrito por Vicente Arranz sobre esta pieza arqueológica para la revista parroquial. Que disfrutéis de nuestra Historia.

ESTELA HISPANORROMANA DE PEÑARANDA DE DUERO

Por VICENTE ARRANZ - INVIERNO 2019

“Ana Maluga  amaba tanto a su marido Gaio Petelio Paterno que quiso permanecer  junto a él  hasta la eternidad”

Este es el escueto mensaje de la  inscripción que figura  en la parte inferior de la estela de Peñaranda de Duero.

 Y esa “dignitas” familiar, labrada maravillosamente en una lápida de piedra caliza, hoy nos llena de  orgullo al   poder reconocernos  en  la nobleza de su gesto y en la delicada  belleza de su ejecución.  Máxime, cuando todo esto sucedió hace casi 2000 años.

Estela hispanorromana de Peñaranda de Duero
(180x75x40 cm). S.II d.c.
Museo Arqueológico de Burgos. 
Foto. Encarnación  Palomero


G.·PETELIO·PATERNO · G.·HAERIGI·F· ANNO·LVI · ANNA·MALUGA·VXOR · MARITO

“A mi marido(difunto) de 56 años Gaio Petelio Paterno, hijo de Gaio Herigio Su esposa 
Ana Maluga ”

Una estela es un monumento funerario de piedra maciza dispuesta en posición vertical sobre el suelo, representa el paso de la vida al más allá  y señaliza el lugar de enterramiento del difunto, siempre fuera de la ciudad.

El politeísmo religioso romano tuvo su correspondencia en la diversidad de ritos funerarios, pero la pulcra asepsia de la incineración y la sobria dignidad de la Estela son los dos componentes que mejor recogen la actitud de Roma ante la muerte.

Henner von Herzberg, experto arqueólogo alemán del mundo clásico, considera que los “monumenta funeraria” romanos son
una muestra de los valores de la ciudadanía de Roma y un escaparate de prestigio social.

Roma. Vía Apia.
Tumba Rabirios. S. I


Por eso, la familia Petelio, perteneciente a la gens Galeria y representantes de la élite celtibérica, eso sí, plenamente romanizada,  nos muestra en su estela funeraria la pervivencia en el más allá de los logros que han alcanzado en vida, el “honor” del difunto G. Petelio y la “virtus” de su esposa Anna Maluga, que la mandó construir; grabando en la dureza de la piedra caliza el reconocimiento  social de su  memoria.




Reconstrucción Estela original
      Dibujo de Vicente Arranz

La esposa A. Maluga  se gastó sus buenos sestercios contratando a canteros, tallistas y grabadores de oficio reconocido, porque la talla en bajorrelieve con depurada técnica a bisel, la iconografía del disco solar generador de los cambios de la vida, el calado geométrico del cuerpo central y la “ordenatio” de la inscripción son de gran calidad y refinamiento técnico.

         Sestercios romanos. Emperador Adriano. S. II d.c.

Tradición y modernidad. 


El fondo cultural celtibérico - con las referenciales astrales, la figuración geométrica y los “nomen” gentilicios indígenas - se integra en  un nuevo molde romano donde los monumentos funerarios, la  técnica de talla a bisel  y los nombres autóctonos latinizados nos ilustran de la modernidad y de los cambios que se han operado por estas tierras altas del Duero, allá por el s. II de nuestra era.

Si estuvo en el entorno de Clunia Sulpicia junto a otras estelas, como las encontradas en San Juan del Monte, Peñalba de Castro, Coruña del Conde, Huerta del Rey..., formando un conjunto funerario a lo largo de una calzada principal romana, o si por el contrario, permaneció con noble quietud entre cipreses y jardines en una villa de su propiedad, nunca lo sabremos.

Estela de S. Juan del Monte. S. I

Pero en 1905, el estudioso padre agustino Tirso López, escribía “La inscripción se ve en la esquina de un edificio bajo que hace frente al cuartel de la Guardia Civil en la calle Real de Peñaranda de Duero”.

Localización originara en el nº 14 de la calle Real. Peñaranda de Duero

Años más tarde, se trasladó la estela al Museo Arqueológico de Burgos donde permanece en la actualidad. Aislada  del sentido y de los valores culturales  con los que fue concebida.


A las piedras, como a las plantas, no les sienta bien cambiar de sitio, pues pierden su ubicación y desorientadas,  mueren. 

Por eso, consérvese la piedra romana  en el museo. Y recuperemos la “virtus y la pietas ciudadana” de nuestra estela, con una reproducción del original en acero corten, para situarla con sus dos metros de altura cerca del actual  Cementerio…  Como justo  homenaje a ese viaje a “la modernidad y a la permanencia” que los Petelio iniciaron en la antigüedad y que al final de nuestras vidas todos  debiéramos  emular.

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